A Ingrid


Le brotaba el dolor por los poros
toda ella era una llaga viva
seis eternos años habían apresado sus sueños
y carcomido su existencia.

Negros cabellos convertidos en mortaja
coronaban los despojos de la mujer que había sido,
Huracán convertido en brisa,
orgullo femenino reducido a la mínima expresión
de supervivencia,
liderazgo sometido a la humillación
de quién todo ruega
para continuar un día más...

Las cadenas de la selva
lastimaban mucho más su alma
que su carne,
en tanto su suerte se jugaba
en escritorios de burocrático ritual
a la espera de la conquista feudal
que la liberase-encarcelase
de los fantasmas propios y ajenos.



Analepsia



Manos que se aferran a una imagen trunca
que la memoria diluyo hace tanto,
cuencos vacíos que te buscan en la neblina
del recuerdo olvidado,
sentidos que aún persiguen las improntas
de tus pasos.

Y aquí sigo...
en analepsia infinita,
entre el infierno y el cielo.
Me levanto, caigo y me levanto otra vez.

A sorbos bebo tu nombre y lo escupo
en pestilente adiós
para volver a absorberlo,
te palpo y te alejo
agotada de ti.

Y comienzo o recomienzo
el ciclo
y en cada vuelta juro no caer
en la abstinencia,
salir de esta convalecencia
en cada repetición

pero llegado el momento
fluyes como droga en mis venas
y pide la mente
analepsia de ti.



(*) convalecencia
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