El silencio desespera
de cenizas esa cáscara
que no quiere latir una vez más
demasiados nematodos
corroyéndome el cerebro
tapiándome de luces
macerando las ideas
extranjera en propia tierra
las pupilas huyen del amnésico espejo
verduga carne aprisiona
la indiferente consciencia
aguados ríos traspasándome la piel
arreicos fluyen
nada interesa…
montañas horadarán mi pecho
y fértiles se elevarán.
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