Curioso el que seamos labradores
de nuestra propia sepultura,
de esa tierra franca
que desde el nacer nos cohabita.
Poco importa que la ráfaga no sea brisa
ni que el oasis habite dentro de vírgenes junglas.
Habrás de ser tu el artista,
la rasa tabla a llenar,
el cántaro vacío cuyo eco te nombra,
el río de cruces sin cargar.
Y otros serán azules y negros a la vez,
clavel del aire e hiedra trepando,
clavo, martillo, honda y piedra...
todos seremos todos
profanados y profanos.
Saborea la vida, lámele el costado,
úntate de grises, de azúcares,
sé palo amargo.
En el interior del alma
allí agazapado,
tu caja negra sabrá
que eres uno más de millones
que repiten ciclos infinitos
de esos que aman, odian
son amados y odiados...
y cuando preguntes el porqué...
no olvides que eres- somos
sólo humanos.