Aún siento el tajo en el pecho
quemando con la furia de la vida que duele
y eviscera.
Las penas no escapan por la herida
ni persiguen las alegrías que a borbotones huyen.
Fue tu cuchillo: El cuchillo
la viciosa punzada
navegando mi piel
el caótico juego azaroso
de un Zeus
sin porqués.
Aún siento el fluir del presente
latiendo en las sienes,
recordando que soy y que estoy
que el halito existe
que no hay cicatrices
que un hueco en el pecho se expande
devorándolo todo
incluso el sentido
pero nunca el dolor.