Blanco mundo



Cada paladeo gesta un nuevo mundo

del cuál soy dueño

o tal vez esclavo

(imposible darme cuenta).


¿Y por qué no?

Beber la dulzura

de un espumante vino (blanco)

hipnotizándome el ahora

y el después.


Botella transformada en navío

sin rumbo (prefijado)

errante subterfugio donde

acallar los gritos.


Y allí Caronte

fermentando el azúcar

hasta volverlo río.


Y allí la hoguera

donde quemar las penas

que no han sido aún.


¿Y qué?

¿Quién osará crucificarme?

¿Quién elevará su acusador dedo

para señalarme?


¡Pobres ellos!

los morales, los correctos,

los estereotipadamente sobrios

que controlan la palabra

y el pensamiento

antes de respirar.


Aquellos. Sí. Esos.

Los corruptos, los promiscuos,

los que matan sin saberlo

-sólo con la palabra y el desdén-

los que venden su alma por centavos,

mienten, blasfeman, critican

en aras de la conveniencia.

Los que no admiten

que el veneno

no está en el alcohol

sino en la mano que lo elige,

que el tóxico está en la esencia

que vomita al mundo

su verdadera faz

-sin maquillaje-

Vivir-Morir

“Vivir no es otra cosa que arder en preguntas”

Antonin Artaud



Bajo el gélido fuego de los quemados labios

vierte la sal angustia en palabras

enroscadas hebras de llanto

agusanan dientes

llagan Porqués

inmolan Cuándos

arder en el Infierno del Paraíso

quitarse las vendas que perforan ojos

tamizarse cobre para ser respuesta

y laberinto

despellejarse en la Odisea

enmudecer la mente cortando la lengua

y el espíritu que cuestiona

cerrar los párpados- ser nada

anegarse de rítmico oleaje drogando el alma

aletargarse a la cálida espera

del dogma-censura

alineándolo todo

Arrancarse el corazón y vaciarlo

trepanarse

enlodarse

momificarse todo


Y tal vez, sólo tal vez…

dormir.


Vestal de ti




Porque repetís el rito del litúrgico meandro
voy a vos desde el Edén jamás creado,
desde el silencio que un Big Bang rompió alguna vez.
Me resisto a responderme-te que la vida es un suspiro
que el desierto es sólo arena-antes mar.

Me provoco, te conquisto
me ensimismo, me crepito
en la borrasca que no llega a diluviarte
en la boca que no puede devorarte-me
por completo.

De Vestal soy aún manos
que un cántaro aún atisba,
soy la garra, la codiosamente pérfida actitud
que te provoca ser hombre

y me torna a mi mujer.


¿Recordaré?


¿Recordaré la luz de aquel domingo

cuando la parca llegue y me abandone?

No será.

No.

No seré la fuente donde el agua bebes

a bocajarra mientras el calendario pasa

como arena entre los dedos.

Patrañas.

Tus manos de betún friegan pisos

de recuerdos sin ajorcas de oro

y el estropajo de la memoria hace lo suyo.

Tal vez.

Mentiras.

El domingo llegará como cualquiera

desnudo de misterios, de sorpresas

voraz insaciable de amarguras,

y tu aliento dará forma y vida

a su hambruna.

Un domingo como éste

me querías ¿yo te amaba?

¿O éramos dos solitarios

uniendo orfandad de compañías?

No digas.

Te quiero

que no sirve hoy día.

Te propongo.

una jugada de tahúr arrepentido,

cuatro ases en la manga sin sorpresa

un as escondido en un ropero vacío.

Una botella sin etiqueta , tal vez vencida.

Dos copas en un brindis

sin principio

ni final.

Un domingo. Nada más.

Nada importa


El silencio desespera

de cenizas esa cáscara

que no quiere latir una vez más


demasiados nematodos

corroyéndome el cerebro

tapiándome de luces

macerando las ideas


extranjera en propia tierra

las pupilas huyen del amnésico espejo

verduga carne aprisiona

la indiferente consciencia

aguados ríos traspasándome la piel

arreicos fluyen


nada interesa…


montañas horadarán mi pecho

y fértiles se elevarán.

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