Hueca sombra


Desperdiciar la vida en actos repetidos
como si el ahora y el después se exiliaran del ayer,
prolongar la agonía del deseo esperanzado
sabiendo de antemano la frustración en que caerá.
Cada paso dado, cada escena del tiempo que se nos presta
semeja un calco, una sombra de lo que otros vivieron
sin embargo ¿Por qué será, entonces, que se siente
el novísimo efecto del ser original?
y no copia de otro que nos sueña/y roba nuestros actos.

Cada palabra emitida lo ha sido ya,
el aire inspirado: que otros inspirarán,
el abrazo cierto, la experiencia del amor,
el duelo ante la muerte, la guerra, la angustia.

Hueca sombra de lo ya hecho:
nuestros actos se rebelan al destino,
se yerguen enhiestos, decididos
a ser estreno de toda acción.

Y los dejamos,
los liberamos-impulsamos a la vorágine de los días
que faltan por estrenar/re-usar
sin volver la mirada como Lot:
tal vez así, no se conviertan en sal.

Masada



Provocación para el orgullo imperial
fueron tus murallas: Masada,
fortaleza de heroicos zelotes
en batalla contra la loba hambrienta.

Escarpados montes de Judea
abrigaron tu existencia sobre Herodes,
fuiste inmensa, diáfana, soberana,
testimonio de la fe que te colmaba.

Tres años embistieron tus cimientos
diez mil sicarios en sicalíptica tarea
ayudados por los Judas de la historia
no mellaron ni una de tus orillas.

Los arietes pululando en la meseta
-presagio de una triste adversidad-
mil almas en victoriosa resistencia
liberándose de la esclavitud.

Jamás caíste arrodillada ante el verdugo
abrazaste la muerte de la carne, no del alma,
en cruel sorteo elegiste el instrumento
y no tembló tu mano en la tarea.

Preferiste la piedad de los propios brazos
a la impiedad de los brazos enemigos,
en monumento funerario construido
como ofrenda a los paganos por llegar.

Ya es tarde


No me preguntes el por qué
¿acaso cambiaríamos algo?
Sé que es tarde, sé que no se puede
retomar la vida y volverla a recrear,
no hay segundas oportunidades
no existe ensayo y error.

Llegaste, es verdad...
quizás debiera valer eso más que todo lo demás
pero no se puede disfrazar el destino
con la máscara de la conveniencia.
Ya nada importa,
sólo la conciencia
nos juega la mala pasada de sabernos
cuerdos y dispuestos a sufrir.
Un poco de locura: sería tan distinto todo,
tal vez podríamos reconocernos en
el estanque de los sueños sin vivir
en los frustrados rieles del paso del tiempo
en el misterio cierto del fatal desenlace.

La noche ha caído...
la mañana ha muerto y aún es tarde.
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